El pasado 04 de octubre, fiesta de San Francisco de Asís, en Roma Italia tuvo inicio la primera sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. Evento que forma parte de un proceso de discernimiento respecto a la misión de la Iglesia Católica en el mundo ante los tiempos actuales y venideros.
“Francisco, repara mi iglesia; ¿no ves que se hunde?”. Estas palabras fueron comunicadas, según la historia, a Francisco de Asís por Cristo en el año 1205 mientras oraba ante un crucifijo; el llamado motivó la fundación del movimiento franciscano, que junto con la orden de los dominicos fortaleció en su tiempo la autoridad moral y pastoral de la Iglesia.
La elección de Juan Pablo II en el siglo XX como jefe de la Iglesia Universal mostró un liderazgo caracterizado por una innegable autoridad moral, bajo cuyo pontificado se desmoronó el ateísmo del comunismo real y que pudo transmitir con fuerza el mensaje de la fe católica a un mundo que avanzaba en la globalización del modelo de vida occidental pero que paradójicamente se caracterizaba por tender a la secularización.
Juan Pablo II naturalmente preveía la secularización de la cultura mundial, ya no obligada por un sistema político ateo, peor aún, naciente desde el seno de la sociedad de raigambre cristiana.
“Como suele decirse, la religión se ha privatizado, la sociedad se ha secularizado y la cultura se ha vuelto laica…El futuro de la fe depende en gran medida de la capacidad de la Iglesia de responder a ese desafío, proponiendo el gran mensaje del Evangelio de modo adecuado para llegar al corazón mismo de la cultura de nuestro tiempo, en todas sus diferentes manifestaciones.” (JUAN PABLO II AL CONGRESO INTERNACIONAL SOBRE EL TEMA “EL DESAFÍO DEL SECULARISMO Y EL FUTURO DE LA FE EN EL UMBRAL DEL TERCER MILENIO”. 1995.)
La indiferencia religiosa de las sociedades del primer mundo, permitió la legalización del aborto, el relativismo moral, el invierno poblacional, la búsqueda del mayor placer con el menor esfuerzo. Todo encuadrado en una lógica de descartar a quien estorba o a quien ya se le utilizó en función de intereses egoístas.
El hedonismo europeo y norteamericano se exportaba a los países en “vías de desarrollo”, vistos como potenciales mercados de los productos de los grandes capitales. La sociedad de consumo permitía comerciar todo para todos, bajo la laxitud moral o la hipocresía occidental.
La autoridad moral de la Iglesia Católica comenzó a debilitarse marcadamente ante los sucesivos escándalos de delitos sexuales cometidos supuestamente por algunos sacerdotes y su presunto encubrimiento sistemático en los Estados Unidos primero y después en muchos países.
En el viernes santo de 2005, encabezando el viacrucis en el coliseo romano, el entonces cardenal Joseph Ratzinger se dirigía a Cristo: “Señor, frecuentemente tu Iglesia nos parece una barca a punto de hundirse, que hace aguas por todas partes. Y también en tu campo vemos más cizaña que trigo.”
El mismo Ratzinger, futuro Benedicto XVI denunciaba lo que combatiría consistentemente en su pontificado: “Mientras que el relativismo, es decir, dejarse «llevar a la deriva por cualquier viento de doctrina», parece ser la única actitud adecuada en los tiempos actuales. Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida sólo el propio yo y sus antojos.” (MISA “PRO ELIGENDO PONTIFICE”. 2005.)
Hoy, el líder de alrededor de 1,300 millones de católicos en el mundo, Francisco, trata de responder a los desafíos de la época bajo el mandamiento de quien afirma fundó su iglesia: “amar a Dios con toda la vida y amar al prójimo como a nosotros mismos”.
No exento a resistencias internas, Francisco inició en 2021 el Proceso Sinodal, es decir, busca que la Iglesia Católica camine junto a sus creyentes, que los escuche, busca abrir las puertas de la iglesia a todos, ir por todos y que marque una diferencia sustancial al clericalismo cerrado que permitió la secularización de la sociedad.
El Proceso Sinodal se entiende que busca ir de lo particular, a partir del excluido, del necesitado, en oposición al individualismo y a la indiferencia. Renovar la Iglesia sin modificar la fe, pero actuando en consecuencia.
La primera sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos en el que por primera vez participaron también mujeres y laicos, finalizó el 29 de octubre, quedando en espera de una segunda sesión en 2024. Por lo redactado en el documento de síntesis final, no se asoma alguna modificación a la enseñanza y tradición de la Iglesia, más bien, se continúa a la luz del Concilio Vaticano II.
“Esta es la Iglesia que estamos llamados a soñar: una Iglesia servidora de todos, servidora de los últimos. Una Iglesia que no exige nunca un expediente de “buena conducta”, sino que acoge, sirve, ama.” (Francisco. 2023.)
Los fariseos y sus escribas murmuraban diciendo a los discípulos: «¿Por qué coméis y bebéis con los publicanos y pecadores?»
Les respondió Jesús: «No necesitan médico los que están sanos, sino los que están mal.
No he venido a llamar a conversión a justos, sino a pecadores.»
(Lucas 30:32).
Moisés Hernández Félix
Lic. en Administración Pública y Ciencia Política, candidato a Maestro en Administración en curso. Ha sido funcionario público federal y docente en nivel media básica y medio superior. Se especializa en gobernanza educativa y políticas públicas.
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