La historia registra una enorme multitud de hombres con una maravillosa diversidad y gran colorido de extraordinarios pensamientos; han tejido con esfuerzo y sacrificio la enorme red de conocimiento de la que hoy disfrutamos. Con gratitud y respeto, su mejor homenaje es someter sus teorías al crisol de la crítica para valorar su vigencia.
Freud: médico neurólogo, una gran figura intelectual de la ciencia del siglo XX; sus importantes y profundos estudios de neurología impulsan sus investigaciones en el psicoanálisis. En la actualidad, la validez de su pensamiento lo certifica la actitud dogmática de los especialistas y profesionales en la materia.
Dice Freud: “El primer requisito de la civilización es la justicia”.
Éste pensamiento freudiano, encierra un profundo antagonismo entre sus dos conceptos fundamentales: civilización y justicia. Ambos son incompatibles por naturaleza.
El primero: la civilización, simplemente es una sociedad avanzada en la ciencia y artes. Son hechos y actos que el hombre percibe con sus sentidos; pertenecen al mundo material. Pertenecen al mundo del ser. El proceso de expansión de la civilización se llama globalización; modelo vigente que le da prioridad a lo material y suprime lo espiritual.
El segundo, la Justicia, comprendiendo esta como dar a cada quien lo que es suyo. Es un valor que está en el ámbito de lo intangible, pertenecen al mundo espiritual; es el mundo del deber ser. Los valores, como la justicia, son guías que orientan la actividad del hombre hacia determinado fin. Jamás podrán ser alcanzados, al concretizarse dejarían de ser valores y convertirse en materia.
Este pensamiento freudiano, a simple vista es verdadero. Más no soporta una sola y mínima objeción: ¡la justicia no puede ser requisito o condición de la existencia de la civilización! Ambos, civilización y justicia, no pueden coexistir: su naturaleza es radicalmente diferente; la primera es del ámbito material, la segunda del ámbito espiritual. La materia y el espíritu tienen sus dinámicas propias y obedecen a leyes diversas. Como el dicho popular: el agua y el aceite no se pueden unir.
El devenir de la historia registra que han existido, existen y existirán civilizaciones carentes de justicia, que desgarran los valores universales, para descubrir la fuente de la riqueza material.
Lo que Freud intento decir, según mi percepción: la dinámica de las civilizaciones debe estar orientada y fundamentada en el valor universal de la justicia para que con su producto, intente, el beneficio de todos los individuos. La justicia, como todos los valores universales, esta por delante y encima del hombre, de la sociedad y de la civilización; su función es orientar y guiar sus conductas: Los valores no pueden formar parte del hombre, de la sociedad o civilización, de inmediato dejarían de funcionar como orientadores y guías, no serían ya valores. Por otro lado el hombre, la sociedad y la civilización lo serán independientemente sean orientados por valores o no.
Es mi percepción, con la indiscutible posibilidad de estar equivocado; pero con la seguridad de que con su opinión estimado lector, ambos, Usted y yo, vamos a enriquecer nuestra manera de pensar.
Es cuánto. ¡Un abrazo fraterno!
Originalmente publicado el 27 de Julio de 2015
Guillermo Chávez
Abogado. Filósofo. Columnista.
Buen amigo y consejero, entusiasta. Publicamos cada semana tu columna, en tu espacio en tu memoria.
Descansa en Paz.
Hasta pronto querido amigo.