El fenómeno de la negatividad que puede surgir al finalizar una relación es un tema profundamente humano y complejo. Resulta intrigante cómo, tras el velo de la cercanía, pueden surgir aspectos oscuros y desconocidos en las personas con las que compartimos nuestra vida. Ya sea en el ámbito familiar, de amistad o romántico, esas facetas ocultas pueden emerger abruptamente al terminar la relación, revelando un lado de la persona que antes no se había manifestado.
Es crucial reconocer que algunas personas pueden ocultar su verdadera naturaleza durante la convivencia, usando máscaras o manipulando la situación para lograr sus propios objetivos. Aunque no todos actúan así, es esencial estar atentos a los signos que podrían indicar un comportamiento manipulador o tóxico por parte del otro.
Cuando nos encontramos en una situación negativa y nos resulta difícil comprender por qué alguien nos está lastimando, es importante hacer una introspección. Evaluar si nuestras acciones pudieron haber desencadenado esa respuesta en la otra persona, o si estamos siendo víctimas de un comportamiento injustificado, nos ayuda a entender mejor la dinámica de la relación y a tomar decisiones informadas sobre cómo proceder.
Es comprensible que, en momentos de conflicto o dolor, consideremos la posibilidad de distanciarnos de la persona que nos está causando daño. Sin embargo, tomar esa decisión requiere una reflexión profunda. ¿Estamos preparados para enfrentar las consecuencias de alejarnos? ¿Podemos buscar una solución a través de la comunicación y el entendimiento mutuo, o es mejor cortar los lazos por completo?
La idea de mantener distancia puede ser tanto liberadora como aterradora. Por un lado, nos brinda la oportunidad de proteger nuestra salud emocional. Por otro lado, nos enfrenta al dolor de la pérdida y a la incertidumbre sobre el futuro. Es importante sopesar cuidadosamente los pros y los contras, teniendo en cuenta tanto nuestras necesidades personales como el impacto que nuestra decisión tendrá en la otra persona y en las dinámicas relacionales existentes.
Abordar la negatividad en una relación y decidir cómo manejarla es un proceso complejo y personal. Requiere valentía para enfrentar la realidad, compasión para entender las motivaciones del otro y sabiduría para tomar decisiones que promuevan nuestro bienestar y el de quienes nos rodean. A través del autoconocimiento y el cuidado consciente de nuestras relaciones, podemos aprender a reconocer y abordar los monstruos que pueden surgir en el camino del amor y la convivencia.
Verena González
Lic. en Ciencias de la Comunicación