La pandemia ha evidenciado las grandes deficiencias políticas, económicas y sociales de todos los países del mundo, especialmente aquellos que se jactan de ser los más ricos y desarrollados.
Sin embargo, más allá de la crisis sanitaria y económica que aqueja al mundo, hoy se atraviesa una crisis alimentaria, la pandemia de coronavirus muestra una imagen impactante sobre el contraste entre agricultores que tiran leche, destrozan huevos y replantan verduras y consumidores que se enfrentan a estantes vacíos en las tiendas y a largas filas en los centros de distribución de alimentos. ¿Cómo es posible tener sobreabundancia por un lado y escasez por el otro?
Las razones son diversas, pero la más importantes, es el hecho de la asimetría entre quienes consumimos y quienes producen los alimentos. Todos los habitantes del planeta, más de 7,700 millones de personas, participamos en el sistema alimentario, tomando decisiones sobre los alimentos que consumen, la ropa que visten y los productos que usan, muchos de los cuales se originan en la agricultura. Pero, los productos agrícolas sólo se producen en 570 millones de establecimientos agrícolas, la mayoría de ellos pequeñas explotaciones administradas por familias y ubicadas en países en desarrollo. Los sistemas alimentarios son locales, una característica esencial en las comunidades, pero también son mundiales, vinculados a través del comercio y sofisticados mercados financieros y de seguros, esta disparidad entre quien consume y quien produce genera asimetrías, en la mayoría de los casos, catastróficas para quienes menos recursos tienen para adquirir alimentos.
A pesar de que los productores agrícolas son capaces de generar alimentos suficientes para alimentar a todos, a pesar que la población mundial se ha duplicado. Es decir, se está produciendo una gran cantidad de alimentos en el mundo, pero el número de personas que padecen desnutrición aumentó desde 2014. Además, en la actualidad, otros 100 millones de personas están bajo amenaza de caer en la pobreza debido a los efectos económicos de la pandemia, alejando aún más las posibilidades de lograr los objetivos del Banco Mundial al reducir los ingresos y crear problemas para acceder a los alimentos y la nutrición, situaciones que pueden ocasionar una hambruna a gran escala, según el Programa Mundial de Alimentos.
Los productores desechan millones de toneladas de alimentos, para así evitar abaratar sus productos, mientras millones de personas mueren de hambre o no pueden nutrirse, otros millones acceden a alimentos de baja riqueza nutricional y otros productores no reciben los apoyos para lograr cosechar. En definitiva, el sistema agroalimentario es desleal, injusto, asimétrico.
Esta realidad de la falta de equilibrios y sobre todo la falta de apoyo a los pequeños productores agrícolas no sólo es un problema a nivel mundial que mas daña a los países en desarrollo, hoy por hoy, en el estado de Chihuahua hay sobre la mesa diversas quejas de los productores por el abandono al cual deben enfrentarse, no sólo no cuentan con apoyos, sino que, además, hoy deben enfrentarse al despojo que viven del agua. En diciembre la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) obliga a Chihuahua a entregar el agua de sus presas: Presa la Boquilla en Delicias a Tamaulipas para sobre llevar su sequia ¿acaso creen que Chihuahua no requiere agua para producir sus alimentos y dar de bebe a su ganado?
Nancy Carbajal
Lic en Economía de la UACJ y Candidata al Grado de Maestra en Ingeniería Económica por la Universidad la Salle. Columna semanal sobre temas de economía, finanzas, política y sociedad.
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