La Cumbre de Líderes de América del Norte, en teoría, suele ser un encuentro anual de los presidentes de Estados Unidos, Canadá y México; la última que se había realizado fue en el 2021 en Washington. Los temas más importantes que tratan son referentes al comercio, narcotráfico y migración; este año se realizó en la Ciudad de México la cual dio inicio el pasado lunes.
La primera visita del presidente Joe Biden, ya como jefe de estado, en la cual, sin duda, se trató de demostrar una relación cercana e intención de aumentar la cooperación entre los tres países. Y escribo se “trató de” por que hay cosas que personalmente creo se quedaron en el intento.
En redes sociales se hizo tendencia sobre todo en el mundo de los seguidores de la 4T, que los mandatarios utilizarían el aeropuerto internacional Felipe Ángeles (AIFA), cabe mencionar que es una central aérea que aun no cuenta con permisos para abrir rutas comerciales internacionales, pero recordemos que vivimos en el país donde no pasa nada, bueno si pasa, pero no en Morenalandia.
Recordemos que tenemos el presidente mas austero, mas humanista, más social y encantador de la vida de los mexicanos, (léase en tono sarcástico), el cual criticó por muchos años como se recibía a los jefes de estado, es más, no vayamos tan lejos en la historia, en Noviembre del 2021 criticó de sobre manera a los presidentes que llegaron en aviones privados a la Glasgow para la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático (COP26) y tal pareciera que se olvido de esas críticas por que tanto el presidente Biden como el primer ministro Trudeau fueron recibidos con alfombra roja y una guardia militar de honor dentro de las instalaciones de una de las obras insignia del Obradorismo al mismísimo estilo de los conservadores. Eso si, aparte de que le permitieron utilizar los botoncitos del vehículo, vaya a usted a saber que temas se trataron en el trayecto hacia Polanco a bordo de “La Bestia”.
La cumbre da inicio con sonrisas, con abrazos fotografías a lado de sus esposas, las primeras damas, aunque recordemos que la señora Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del presidente de México, rechazó el título de primera dama.
Las añejas tensiones no tardaron en salir a la superficie, usted, gentil lector, recordará que hace apenas dos años López Obrador no reconocía la victoria del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, pero cualquier tipo de comentario o momentos de tensión se contrarrestaron con las muestras de afecto y los elogios de parte del presidente anfitrión.
Los discursos, al finalizar la reunión de varias horas en palacio, fueron de uso constante de palabras como “cooperación”, “respeto”, “agradecimiento” y “amigos’; en contraste en los dos jefes de estado era evidente, por su expresión corporal, el fastidio pues hubo algunas preguntas dirigidas a Biden y a Trudeau que no pudieron responder y no por que no quisieran si no por el simple hecho que el inquilino de palacio no dio la oportunidad de que lo hicieran.
Sin duda, una cumbre aterciopelada donde se desaprovechó la oportunidad de tratar estrategias de desarrollo. El presidente López Obrador puso en pausa su actitud crítica, pero no dejo a lado su demagogia y sus otros datos.
Una cumbre donde se habló de Justicia y se olvidaron de avisarle al fiscal Gertz Manero; donde se habló de energía y ni siquiera se mencionó a Manuel Bartlett y estuvo ausente Rocío Nahle; donde el éxito de la cumbre lo están basando por donde se aterrizó.
Aldonza González Amador
Criminóloga y Empresaria Juarense
Actualmente Presidenta del Organismo Nacional de Mujeres Priistas en el Estado de Chihuahua (ONMPRI) y Estudiante de Administración de Empresas en la Universidad de la Rioja España.
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