La noche cayó inesperadamente como una historia de la escena más trágica, se dijo que eran 43 municipios devastados, después sólo eran dos. Sin energía eléctrica, sin agua potable para beber, sin alimentos, algunos miles más sin techos en sus viviendas, algunos miles más sin casas. Todo voló y se lo llevó el viento. El huracán que devastó a Acapulco no ha parado, hoy destruye el sueño de la esperanza, todo se derrumbó.
La prospectiva de gobierno indica que los seres humanos debemos prepararnos para los peores escenarios, tomar providencias, construir desde cero las posibilidades de éxito y de fracaso. ¿Qué le pasó al gobierno? Todo indica que se olvidó de gobernar y hoy ese olvido le costaron vidas humanas que los han de perseguir hasta el final del sexenio y más allá.
No se necesita ser especialista en seguridad nacional para comprender desde la óptica cinematográfica o televisiva que un huracán genera caos en la toma de decisiones de los gobernantes. En “House of Cards” se recrea la misma historia, la ficción de un huracán que amenaza las vidas de millones de americanos, su nombre era huracán “Faith”. Pueden ustedes revisar el capítulo 34, en la temporada 3, episodio 8, minuto 28. ¿nadie en el gobierno federal vio la serie? Es decir, es lo de menos, ya que no podemos exigir peras al olmo.
La gran interrogante es porqué ocultan la verdad de la magnitud del problema. ¿Por qué desapareció el Fondo nacional para desastres? ¿Por qué la ineptitud en la alerta máxima de seguridad? ¿Por qué tan lenta la respuesta en la crisis de energía, agua, salud, vivienda, atención de urgencia? ¿Por qué no volar hasta la zona del desastre nacional? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?
Son muchas preguntas más y en todas hay un común denominador, no hay respuestas, y si las hay, existe desinformación, negación, o se presentan otros datos. El dolor humano debe ser un factor de acción humana, sin embargo, la realidad ha superado la ficción de “Faith”, la fe en su traducción, en un gobierno que no distingue la sana distancia que se exigió en su momento, es una muestra de una desastrosa estrategia de comunicación, una pesadilla para unos y otros.
El huracán “Otis” es dentro de la evaluación del gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) el peor escenario político para el gobierno federal. No hay vuelta atrás, existe un vacío que fue provocado por ocurrencias y no por una estrategia de emergencias. Se bien se ha dicho que el FONDEN desapareció por actos de corrupción, no hay cargos, no hay detenidos ni procesados por dichos actos. Es decir, si un automovilista se pasa un semáforo en rojo y muere una persona, se busca a los responsables para castigar la falta. Aquí hay entonces gato encerrado, pues no hay responsables y si muchas muertes por la inacción.
En conclusión, el huracán “Otis”, es la tormenta perfecta para una campaña política orquestada desde palacio nacional. Las muertes les van a ser cobradas en las urnas, el hambre, la sed, el despojo, la indiferencia no se perdonan en estos escenarios catastróficos, si no lo creen, los invito al análisis del resultado electoral en el estado de Guerrero, donde hay hambre y miseria por las acciones del hombre, no de la madre naturaleza. En fin, la tormenta perfecta rinde sus frutos, pues después de las sombras oscuras saldrá la luz al fin de la noche.
Eduardo Borunda
Doctor en Ciencias Sociales por El Colegio de la Frontera Norte. Máster en Administración y Licenciatura en Administración Pública y Ciencia Política por la Universidad Autónoma de Chihuahua. Ex Consejero Presidente de la Asamblea Municipal Juárez del Instituto Estatal Electoral, Ex Consejero Electoral para el IFE y IEE.
Actualmente Profesor de Tiempo Completo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UACH, institución de la que fue director del 2005 al 2010.
Las opiniones expresadas por los columnistas en la sección Plumas, así como los comentarios de los lectores, son responsabilidad de quien los expresa y no reflejan, necesariamente, la opinión de esta casa editorial.