A pesar de ser un derecho reconocido para las y los mexicanos en la Constitución, el acceso al agua se ve como un espejismo para miles de personas que no cuentan y probablemente no contarán con agua potable en sus domicilios; sin intención de hacer una apertura ruda de este espacio, es necesario reconocer las circunstancias que nos rodean y las que nos esperan ya que el panorama no permite el optimismo.
Y es que el Monitor de Sequía de México de la CONAGUA informó que al inicio de este año las lluvias desde el noroeste hacia el centro del país están muy por debajo del promedio, agravando lo que en un inicio se veía como una sequía moderada que ahora se considera extrema, hecho incluso advertido por la NASA.
Confiados en que vendrán tiempos mejores, en que se inventará alguna tecnología que nos salve de lo que se prevé como una crisis que afectará no solo nuestras comodidades como individuos sino que trascienda a nivel de crisis económica afectando a incluso las personas más privilegiadas, salir de esa zona de confort y actuar es más que necesario: renovarnos o literalmente morir.
Quizá para muchos la hambruna es una situación de terrorismo imaginario, sin embargo la sequía ya afectó al 95% de México en 2011 y de manera en especial grave a las y los chihuahuenses. Actualmente, productos básicos como maíz, frijol, leche, carne, entre otros se han visto severamente encarecidos, lo que los hace inaccesibles afectando la seguridad alimenticia a la par de las condiciones de los productores.
Las personas del norte nos preciamos de nuestro carácter fuerte y del trabajo ante las condiciones adversas que nuestro territorio nos impone; hemos vencido los retos de nuestra tierra y durante largos periodos de tiempo hemos hecho próspero el territorio por el que no muchos apostaron. Sin embargo ¿Podremos nosotros vencer nuestros malos hábitos y la falta de compromiso con el medio ambiente?
Existe una esperanza que nos da la experiencia de El Sahel en África, una zona de 4 millones de kilómetros cuadrados que fue una vez muestra de que las acciones humanas inadecuadas son la principal causa de desertificación y de que las sequías solo hacen más evidentes sus efectos, mermando las actividades más básicas. Sin embargo a pesar del cruel destino que parecía condenar esta área, las buenas acciones, la disposición y el esfuerzo lo colocan ahora no solo como ejemplo sino como modelo a seguir: la primera mujer africana en recibir el Premio Nobel de la Paz, la ambientalista Waangari Mathai dio pie a una iniciativa que tuvo como resultado la reforestación con más de 30 millones de árboles creando “La Gran Muralla Verde” que pretende reparar los errores de gobernanza y el enfoque erróneo que en su momento favoreció la desertificación.
Quizá por más confianza que tengamos en nosotros mismos, es momento de tomar decisiones correctas: la gente es primero, pero sin un medio ambiente sano y sobre todo, sin agua no podemos fijar prioridades. El agua, como la vida, no es mercancía.
Benjamín Carrera Chávez
Doctor en Problemas Económicos por Universidad Autónoma Chapingo.
Actualmente Diputado Local por el 5to Distrito de Chihuahua, Profesor-investigador en el Instituto de Ciencias Sociales y Administración de la UACJ y miembro del Sistema Nacional de Investigadores del CONACyT, Nivel 1.
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