Me llamó la atención la celeridad con la que algunos medios de comunicación y actores políticos, particularmente del PRD, salieron a sonar las campanas por la declaratoria que hizo el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) de agentes preponderantes, en Telecomunicaciones a Grupo Carso, y en radiodifusión a Televisa. Sólo con el reporte que ambos grupos empresariales habían enviado a la Bolsa Mexicana de Valores, se hicieron valoraciones e interpretaciones que no necesariamente corresponden a las consecuencias reales de esas resoluciones. No al menos de la misma manera para ambos casos, pues aunque se trata de dos agentes económicos que acaparan la misma participación en sus mercados, 70%, no fueron tratados con la misma vara.
Mientras que a las empresas de Carlos Slim la resolución le impuso duras y costosas medidas asimétricas, que demanda sin duda sus niveles de concentración, a Televisa se le ha tratado con vista gorda y una obsequiosidad inexplicable por parte del nuevo órgano regulador que, con ello, adelanta su vulnerabilidad a las presiones del gobierno y su antiguo aliado. Es un asunto de enorme preocupación, porque además tratan de vender algunas de las medidas impuestas a Televisa como afectaciones importantes.
Se dice que ahora se le obligará a la televisora a “compartir infraestructura”, lo interesante sería que nos explicaran con quién la va a compartir, pues no tiene competencia alguna. La licitación de las dos nuevas cadenas de televisión digital la han extendido hasta el 2015, con plazos absurdos de por medio para trámites sencillos. Suponiendo que entonces aparecieran dos nuevos operadores de televisión abierta, será hasta ese momento cuando inicie la obligación. Pero de continuar el modelo de multiprogramación automática que les fue adjudicado, no es improbable que esos concursos queden desiertos. Esto es, otro buen tramo del sexenio sin competencia alguna.
Las restricciones en materia de contenidos para evitar compras exclusivas, o en publicidad para no condicionarla a otros competidores, son básicas en un régimen de competencia, diría mínimas. Aquí se pretenden presentar como actos regulatorios de gran calado, y no es así. Esas fueron precisamente las decisiones que faltaron para acotar la concentración de Televisa, de mercado, ingresos publicitarios, audiencia y frecuencias de las que ha gozado por mucho tiempo la empresa de Emilio Azcarraga; no se le tocó ni un sólo megahertz, ya ni hablamos de la desincorporación del canal 9, a lo que estaría obligado por una verdadera declaratoria de preponderancia. Tiene cuatro señales de televisión abierta en el Distrito Federal, el 2, 4, 5 y 9.
Ni siquiera se le declaró preponderante en el sector de la tv de paga, en donde cuenta con el 61% del mercado, sumados los suscriptores de televisión satelital y cable. Recordemos que la reforma constitucional en telecomunicaciones considera como agente económico preponderante, en razón de su participación nacional en la prestación de los servicios de radiodifusión o telecomunicaciones, “a cualquiera que cuente, directa o indirectamente, con una participación nacional mayor a 50%, medido este porcentaje ya sea por el número de usuarios, suscriptores, audiencia, por el tráfico en sus redes o por la capacidad utilizada de las mismas…”
En ese ámbito de la televisión de paga, que es la tendencia de crecimiento en el país en materia de transmisión de contenidos, podrá incluso revertir varias de las medidas que le fueron impuestas en televisión abierta. El desequilibrio entre la declaratoria de preponderancia a las empresas de Slim y a la de Azacárraga es tan burdo que en una medida de plena correspondencia para los dos casos se apunta hacia direcciones diferentes: mientras que al preponderante en telecomunicaciones se le obliga a emitir una oferta pública de capacidad para operadores móviles virtuales (MVNO), lo que me parece un acierto, a Televisa no se le exige de manera alguna poner un determinado porcentaje de su capacidad de multiprogramación a oferta de la producción independiente.
Si la televisión fue cuidada en la reforma constitucional en telecomunicaciones, en la reciente declaratoria de preponderancia resultó favorecido. Estamos ante un relumbrón del Ifetel con relación a Televisa. Deberían atemperar sus trompetas los que el viernes ironizaban que “los mariachis callaron”, en señal de triunfo sobre los monopolios persistentes. El de Televisa durará un buen tiempo más, porque a los señores de la televisión los legisladores y los reguladores les siguen concediendo lo que pidan.
Javier Corral Jurado
Javier Corral Jurado Político, periodista, académico, y columnista.
Multi-galardonado por su actividad periodística. Fue Gobernador del Estado de Chihuahua de 2016 a 2021 y Senador de la República en donde formó parte de las comisiones de Educación, Gobernación y participa como Secretario de la Comisión de Radio y Televisión, así como Presidente de la Comisión de Reglamentos y Prácticas Parlamentarias.
Esta columna se reproduce bajo permiso de su autor.