La reciente aprobación de la reforma que extingue el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) ha generado un revuelo significativo en la sociedad mexicana. Este movimiento no solo representa el desmantelamiento de un organismo clave en la defensa de la transparencia, sino también un ataque directo a derechos fundamentales que afectan a todos los ciudadanos.
La extinción del INAI tiene implicaciones profundas y transversales. En una era donde la información es poder, el acceso libre y garantizado a esta se convierte en un pilar esencial para la democracia y el buen gobierno. Sin el INAI, se pierde un vigilante crucial que garantizaba el derecho de los ciudadanos a saber cómo opera el gobierno, cómo se manejan los recursos públicos y cuáles son las decisiones que influyen en nuestra vida cotidiana.
El vacío dejado por el INAI abre la puerta a la centralización y control del flujo de información por parte del gobierno. Esto puede desembocar en una situación donde el Estado decida arbitrariamente qué información es accesible para la ciudadanía y cuál permanece oculta, erosionando uno de los principios fundamentales de cualquier sociedad democrática: la rendición de cuentas. Sin la vigilancia del INAI, los ciudadanos quedan indefensos ante posibles abusos de poder y corrupción, eliminando una de las principales barreras contra la opacidad gubernamental.
Uno de los riesgos más alarmantes de esta reforma es la vulnerabilidad de nuestros datos personales. El INAI no solo se encargaba de garantizar el acceso a la información pública, sino también de proteger nuestra privacidad frente a usos indebidos. Su desaparición deja en entredicho esta protección, exponiendo a los ciudadanos a que su información personal sea utilizada sin consentimiento ni conocimiento. En un contexto donde el manejo indebido de datos puede tener consecuencias graves, esta pérdida es particularmente preocupante.
La desaparición del INAI también simboliza la muerte de la transparencia en múltiples áreas de la administración pública. Sin un organismo independiente que exija cuentas claras, el riesgo de desfalcos y malversación de fondos públicos se dispara. En un país donde la corrupción ya es un problema sistémico, eliminar un contrapeso tan necesario agrava una situación crítica. La falta de transparencia no solo abre la puerta a prácticas corruptas, sino que también desangra los recursos nacionales, muchas veces sin que la sociedad lo note.
La extinción del INAI deja a los ciudadanos sin una herramienta esencial para el control social y la vigilancia del poder. El acceso a la información pública permite a la ciudadanía y a las organizaciones de la sociedad civil ejercer un escrutinio efectivo sobre las acciones gubernamentales, fomentando un entorno donde las decisiones se toman con mayor responsabilidad y ética. Sin el INAI, este control ciudadano se diluye, y el gobierno puede operar en zonas de poca o nula transparencia.
Además, los periodistas y los medios de comunicación, fundamentales para una sociedad informada, se ven directamente afectados. Su labor depende de contar con datos accesibles y verificables. Sin transparencia, el periodismo de investigación queda severamente limitado, afectando la calidad de la información y debilitando uno de los pilares esenciales de una sociedad crítica. No es solo una cuestión de nombres conocidos: es un ataque a todos aquellos que trabajan por informar con verdad y profundidad.
En definitiva, la desaparición del INAI representa un retroceso preocupante para los derechos de acceso a la información y la protección de datos en México. Este golpe a la transparencia debilita los mecanismos de control ciudadano y nos deja más vulnerables ante la corrupción, el abuso de poder y la falta de rendición de cuentas.
En tiempos donde la vigilancia sobre el gobierno es más necesaria que nunca, la extinción de este organismo significa una pérdida irreparable para la democracia. La pregunta que queda en el aire no es menor: ¿cómo podemos garantizar un México más transparente y democrático sin una institución que salvaguarde nuestro derecho a la información? Al final del día, querido lector, yo no quiero “otros datos”; quiero los que el INAI protegía. ¿Y usted?
Aldonza González Amador
Criminóloga y Empresaria Juarense
Actualmente Presidenta del Organismo Nacional de Mujeres Priistas en el Estado de Chihuahua (ONMPRI) y Estudiante de Administración de Empresas en la Universidad de la Rioja España.
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