Basada en la novela homónima por el escritor francés Gastón Leroux, esta obra musical nos cuenta la historia de Erik, un desafortunado genio con el rostro desfigurado que vive bajo la casa de Ópera de París. Maniático y asesino, pero enamorado de Christine, una bailarina con excelentes dotes como cantante, decide hacer de ella la Prima Donna de las producciones del teatro. Valiéndose de artimañas de mago y del recuerdo de Christine de su padre, un excelente violinista ya fallecido, Erik convence a Christine que él es el “Ángel de la Música” mandado desde el cielo por su padre para brindarle el don del canto. Christine, sin embargo, al reencontrase con su amor de la infancia, el galante vizconde Raoul, comienza a dudar de las intenciones de su “ángel” y, al ver su espantoso rostro, decide luchar contra la impresionante fuerza que ata su destino con aquél monstruo que ronda la Ópera.
A pesar de que la novela en que está basada esta obra es romántica e intrigante, es la obra musical lo que llamó nuestra atención. Las letras de Charles Hart y música del aclamado compositor Andrew Lloyd Webber (famoso por sus trabajos en “Cats” y “Jesucristo Superestrella”) tienen un encanto estremecedor que captura perfectamente la naturaleza romántica y oscura de esta obra. Webber se inspiró en su entonces esposa Sarah Brightman, quien en sus propias palabras, era el verdadero “Ángel de la Música”, la única capaz de interpretar el papel de Christine. Una de las piezas más famosas es “Music of The Night” cuando el Fantasma lleva a Christine por los laberintos bajo la Ópera y le muestra su mundo de noche y oscuridad, pero lleno de música la cual fascina a la chica y la lleva (y a nosotros) a un mundo de bellezas inesperadas y miedos ocultos.